martes, 23 de julio de 2013

Un relato de mi experiencia con las mujeres del Women’s Literacy Project por Alessandro Bordoli


Aunque no tuve la oportunidad de impartir clase a las mujeres participantes en el Women’s Literacy Project, sí tuve el enorme placer de conocerlas en una excursión escolar (un picnic) el viernes antes de irme. Me senté con ellas durante bastante tiempo y, aunque existía una clara barrera lingüística, de algún modo conseguimos comunicarnos.
Una de las mujeres, a través de una profesora que nos acompañaba, me dijo que lo que más le gustaría en el mundo sería poder comunicarse conmigo, expresar su sentir y hablarme de su pueblo, de su vida y de su deseo de aprender a leer y a escribir, algo que por desgracia no había sido capaz de hacer. Fue un momento conmovedor para mi y uno que recordaré siempre.
Las mujeres me comunicaron su agradecimiento por mi visita al pueblo y me mostraron una gran hospitalidad, intentando que me sintiera como si estuviese en mi propia casa. Estaban muy orgullosas de su cultura, pero mostraron un fuerte deseo por continuar sus estudios en el futuro con el propósito de alcanzar la alfabetización básica. Sus historias me conmovieron y su dedicación y perseverancia hicieron que me sintiese entusiasmado con los grandes avances que ha logrado el Proyecto de alfabetización (Women’s Literacy Project, Gulabgarh). Es una organización dedicada, fundamentalmente, a mejorar las vidas de estas mujeres y me siento tan orgulloso de que Mari, Andrea y Tashi me hayan permitido participar, aunque solo sea de forma inicialmente tímida, en un proyecto tan decisivo. Sinceramente creo que la educación abre puertas y ventanas a nuevas oportunidades y de una forma que otras cosas no podrían conseguir jamás y creo que esto es especialmente evidente en la educación de la mujer, que tiene un efecto profundo sobre la comunidad entera que las rodea. Haber tenido la posibilidad de ver este proyecto educativo en funcionamiento y la progresión del mismo, aunque sólo fuese durante una semana, fue el momento culminante de mi viaje a la India.

viernes, 19 de julio de 2013

Una descripción de mi trabajo en la Escuela Cultural del Himalaya por Alessandro Bordoli


Trabajé en el centro educativo Himalayan Cultural School durante apenas tres días: martes, miércoles y jueves. De nuevo, sin embargo, la experiencia ha dejado en mi una huella imborrable. Tuve la oportunidad de trabajar con diferentes grupos de niños, y por lo tanto interactuar con niños y niñas de un amplio abanico de edades, desde los muy pequeños, que tenían muy poca experiencia como aprendices de inglés, hasta los mayores, que habían estudiado la lengua durante años. Los niños estaban sumamente agradecidos porque yo me había desplazado hasta allí para darles clase.
En mis clases intenté emplear actividades a las que quizás no estaban acostumbrados, sacándolos de su ambiente de confort y motivándolos a interactuar con la lengua inglesa de manera distinta: a través del trabajo en grupo, hablando delante de sus compañeros, haciendo presentaciones para el resto de la clase, expresándose también por escrito a través de redacciones cortas, etc.
Encontré la experiencia tremendamente satisfactoria e incluso después de esos escasos tres días, percibí que estaba teniendo cierto impacto sobre el alumnado. Respondían muy bien a mis desafíos, aunque con cierto recelo inicial, como era de esperar, y creo que disfrutaron realmente de las clases.

Fue entre clase y clase, cuando me sentaba a charlar con los niños y niñas como amigo y no únicamente como profesor, cuando observé que la comunicación mejoraba todavía más. Los niños tenían verdadero interés por conocer detalles sobre mi vida: de donde venía, cómo era mi familia, qué hacía para divertirme. También intentaron enseñarme su propia cultura y presentarme cómo es la vida en Gulabgarh para ellos. Se sentían muy orgullosos de su pueblo y el hermoso entorno y aprendí bastante sobre el lugar gracias a ellos. Sus ambiciones y su vitalidad me proporcionaron una motivación más para volver a la zona en un futuro próximo y así seguir ayudando con su educación.


lunes, 15 de julio de 2013

El viaje de nuestro voluntario a Gulabgarh, por Alessandro Bordoli


Pasé una semana en Gulabgarh y, aunque el tiempo que permanecí allí fue corto, el lugar me impactó extraordinariamente. El viaje hasta allí desde los aeropuertos más cercanos, Srinagar y Jammu, es largo y transcurre por carreteras de montaña abruptas, que atraviesan alturas increíbles. A medida que te acercas, sientes realmente que estás viajando hacia algún lugar remoto, lo que para mi suponía una experiencia nueva. Cuando, exhausto, llegué por fin a Gulabgarh, me asombró la belleza natural del entorno. El pueblo se encuentra a orillas del río Chenab, rodeado de montañas, casi como si se hubiese posado delicadamente en ese lugar y la impresión que tuve mientras lo atravesaba por primera vez fue la abrumadora sensación de estar muy lejos del mundo que había conocido hasta entonces. El silencio y la belleza del lugar inundaron mis sentidos y sentí que había llegado a uno de los lugares más hermosos de la Tierra, una zona que no había sufrido los efectos de la acción humana.

Durante la semana que pasé en Gulabgarh, me alojé con una familia de la villa y pronto comencé a percibir cómo era la vida en el pueblo. El suministro eléctrico no siempre era fiable, ni tampoco el de agua corriente. Era difícil conseguir una conexión telefónica e Internet seguía estando totalmente fuera del alcance de Gulabgarh. Sin embargo, a pesar de estas limitaciones, la gente tiene una asombrosa cultura y un gran sentido de la familia y de la solidariedad entre vecinos. Si la electricidad no funciona, construyen paneles solares o usan velas y lámparas. A estas gentes las une su experiencia y el orgullo que sienten por la belleza de su tierra.
Todo el mundo fue amabilísimo conmigo. Me acogieron en sus casas y bares y me trataron como un miembro más de la familia. Se desvivieron para que yo me sintiese a gusto, como en casa, y me preguntaban constantemente si estaba disfrutando de mi experiencia. Fue maravilloso poder vivir en un lugar tan alejado de mi familia, amigos e incluso del mundo en que me había criado y en cambio sentirme en paz. Tengo muchas memorias entrañables de mi estancia en Gulabgarh que me acompañarán siempre: jugar al futbol con otros niños del pueblo en el campo de cricket, bajo una lluvia torrencial, narrar mis experiencias en un diario a la luz de una vela, las sonrisas cálidas de la gente que conocí durante mi corta estancia allí.


La vitalidad de la cultura del lugar perdurarán en mi memoria, así como la alegría de sus gentes y la conmovedora belleza del lugar. Estas son las cosas que me vienen a la mente cuando pienso en Gulabgarh (cosa que hago a menudo). Cuando lo visitas, el lugar se instala sin más en tus pensamientos y en tu corazón. Estuve allí tan solo una semana, y sin embargo de algún modo lo añoro. Fue muy extraño dejar un lugar después de tan poco tiempo y sentirme tan unido a él, pero tal fue mi experiencia allí que ha suscitado en mi el deseo de volver algún día, un deseo al que espero poder responder con mi vuelta allí el próximo verano.