¿Has oído hablar de Gulabgarh? ¿Dónde está? ¿En la
India, a los pies del Himalaya? Pero si yo creía que la cordillera del Himalaya
se encontraba en el Tíbet o en Nepal… ¿Es que hay montañas en la India?
Así es cómo me sentí cuando escuché el nombre de
Gulabgarh por primera vez. Yo, que realizaba mi primer viaje a la India, no sabía
nada sobre este país: su diversidad, sus colores, su cultura, sus paisajes y sus
gentes. Únicamente sentía un respeto profundo por él. Una frase de Michael Obert, un
escritor de literatura de viajes, podría haber sido mía:
“Durante mucho tiempo, la idea de un viaje a la India me inspiraba miedo. No me sentía preparado para el sub-continente y temía que quizá nada bueno resultaría de ello.”
“Durante mucho tiempo, la idea de un viaje a la India me inspiraba miedo. No me sentía preparado para el sub-continente y temía que quizá nada bueno resultaría de ello.”
Hoy puedo decir que aquel país no me ha abandonado. Entre
tantas otras cosas, lo que me fascinó de mi viaje a la India (Rajasthan) fueron
sus mujeres: su desolación y pobreza, su vida sencilla, pero también su orgullo
y su sinceridad. Es extraño, pero son estas mujeres las que más me acompañan.
Me han hecho reflexionar sobre mi propia vida y mi suerte como mujer. Yo crecí
en Alemania, arropada por mi familia; recibí una buena educación, completé mis
estudios universitarios y conseguí un buen trabajo.
En un momento de mi viaje, Tashi Chering, mi guía
indio, me habló de tímidamente sobre el W.L.P., iniciativa que
él había fundado. Como resultado de un malentendido lingüístico (si, mi inglés deja mucho que desear), pensé en un principio que se trataba de un club de lectura para
mujeres (¡Perdón!) y me interesé tan sólo levemente en el proyecto.
Luego, esta idea resultó ser errónea y supe que el
W.L.P. era en realidad una escuela para las mujeres de Gulabgarh, que les
brinda la oportunidad de aprender a leer y a escribir, a realizar operaciones matemáticas
básicas y hasta inglés. Localicé Gulabgarh en mi mapa de la India y me di
cuenta de que muchas mujeres que residen en la región remota de Paddar, donde
se sitúa Gulabgarh, no han recibido ni siquiera una educación básica. Todo lo
que había aprendido sobre el proyecto cobraba un nuevo sentido para mi y en ese
momento supe que podía confiar en Tashi.
¿Con todo, no es mejor apoyar un proyecto que luche
directamente por la educación de las niñas? ¿Un proyecto que vele por el
futuro de las niñas de la India?
¿Pero
quien cuida de las niñas in situ?
¿Quién aprende con las niñas? ¿Quién se asegura de que éstas reciben una
educación igual a la de los niños? ¿Quien constituye el mejor ejemplo para
estas niñas? ¿Y quien educa a los niños de hoy, a los que mañana serán padres y asegurarán que sus hijas reciban una buena educación? ¡Sin duda, las madres!
Cuando me di cuenta de esto, decidí que
quería apoyar el W.L.P.
No soy feminista, pero creo que las mujeres de todo
el mundo deben estar unidas. Y mi agradecimiento es para Tashi, un hombre que
apoya a las mujeres.
Ahora las mujeres indias no logran deshacerse de mi. :-)
Incluso en mi último viaje a la India, me presentaron a una mujer extraordinaria.
Setenta y ocho años, el pelo corto y gris, vestida
con vaqueros y tenis, esta mujer había estudiado la carrera de medicina en Londres, había ejercido como médico en Delhi, tenía 2 hijos y, debido a un “matrimonio malo”, se había divorciado de su marido a la edad de 40. Lamentablemente,
olvidé preguntar su nombre.
La fuerza de esta mujer la desearía para mi misma y
para las mujeres de Gulabgarh.
Saludos,
Andrea
No hay comentarios:
Publicar un comentario