Trabajé
en el centro educativo Himalayan Cultural School durante apenas tres días: martes,
miércoles y jueves. De nuevo, sin embargo, la experiencia ha dejado en mi una
huella imborrable. Tuve la oportunidad de trabajar con diferentes grupos de
niños, y por lo tanto interactuar con niños y niñas de un amplio abanico de
edades, desde los muy pequeños, que tenían muy poca experiencia como aprendices
de inglés, hasta los mayores, que habían estudiado la lengua durante años. Los
niños estaban sumamente agradecidos porque yo me había desplazado hasta allí
para darles clase.
En mis
clases intenté emplear actividades a las que quizás no estaban acostumbrados,
sacándolos de su ambiente de confort y motivándolos a interactuar con la lengua
inglesa de manera distinta: a través del trabajo en grupo, hablando delante de
sus compañeros, haciendo presentaciones para el resto de la clase, expresándose
también por escrito a través de redacciones cortas, etc.
Encontré
la experiencia tremendamente satisfactoria e incluso después de esos escasos
tres días, percibí que estaba teniendo cierto impacto sobre el alumnado.
Respondían muy bien a mis desafíos, aunque con cierto recelo inicial, como era
de esperar, y creo que disfrutaron realmente de las clases.
Fue entre
clase y clase, cuando me sentaba a charlar con los niños y niñas como amigo y
no únicamente como profesor, cuando observé que la comunicación mejoraba
todavía más. Los niños tenían verdadero interés por conocer detalles sobre mi
vida: de donde venía, cómo era mi familia, qué hacía para divertirme. También
intentaron enseñarme su propia cultura y presentarme cómo es la vida en
Gulabgarh para ellos. Se sentían muy orgullosos de su pueblo y el hermoso
entorno y aprendí bastante sobre el lugar gracias a ellos. Sus ambiciones y su vitalidad
me proporcionaron una motivación más para volver a la zona en un futuro próximo
y así seguir ayudando con su educación.